Slow: ante el frenazo, practica un nuevo ritmo

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La Casita de Wendy revisa y propone en este especial sobre desempleo la oportunidad de abordar la creación, la producción y el consumo de una forma más ética en el ámbito de la moda.

Hemos vivido unos años de rapidez y velocidad creativa, pero también de rapidez en nuestros modos de vida. El consumo a acelerado la creación de moda, los diseñadores y empresas han pasado de crear dos colecciones al año a tener colecciones nuevas cada 15 días en algunos casos. Las cosas se pasan de moda de manera veloz, los creativos se apuran por encontrar nuevas ideas, los ciudadanos consumen moda de manera voraz. Pero algo está cambiando, mientras nuestros políticos buscan un nuevo modelo económico, los consumidores y diseñadores nos proponen nuevas tendencias en el diseño que tienen que ver con otro ritmo de creación y con la ética.

El movimiento slow (lento) tal vez sea las más interesante y esperanzadora de las tendencias culturales actuales. En un mundo globalizado y posmoderno donde las ideologías y los grandes relatos que daban sentido a la vida se desmoronan, el diseño slow trata de conectar con las tradiciones y técnicas locales en busca de identidad, respetando la naturaleza, que es la fuente de la espiritualidad, intentando ser ético con los trabajadores. De alguna manera, lo que el diseño slow propone es alejarse del dogma del beneficio por el beneficio. Y de esa velocidad de consumo impuesta por el fast food, la moda y la obsolescencia planificada.

El caso de American Apparel es el perfecto ejemplo de cómo una empresa puede decidir producir localmente y ser a la vez tremendamente popular. American Apparel representa la conciencia social de una empresa que no adopta la deslocalización como estrategia para crear puestos de trabajo en EEUU, donde muchas empresas se fueron a producir a países en vías de desarrollo, destruyendo puestos de trabajo, para pagar menos a los trabajadores, poder contaminar más y obtener, lógicamente, más beneficios…

Por otro lado, en tiempos de crisis económicas y energéticas se hace necesario replantearnos la cantidad de materiales y energía necesaria para producir nuestros objetos de consumo. A esto se le ha llamado la ‘efimerización’ de los productos, que supone revisar las maneras tradicionales de producir para encontrar otras más eficientes, lo cual supone un ahorro a largo plazo. Ya hay marcas que están creando productos utilizando el mínimo de energía, agua y materiales posibles.

Por otro lado, en una crisis económica y climática, sería buena idea adentrarnos en la tercera revolución industrial, que supone hacer del sistema económico un sistema ecológico y social. Hablamos de una economía más eficiente, que requiera menos energía y tenga un impacto medioambiental nulo, capaz de generar toneladas de innovación y miles de puestos de trabajo. O si vamos más allá, pensemos en una economía restauradora, capaz de arreglar los destrozos medioambientales.

Hay quien piensa que las crisis hacen que la gente salga menos y se refugie en sus casas como en un cocoon. Y la gente en sus casas empieza a aprender a cocinar, a hacer manualidades. Es decir, que las crisis agudizan el ingenio. Si no tienes dinero para comprar te lo puedes hacer tú mismo. Si no tienes trabajo dispones de mucho tiempo para aprender a hacer cosas y quién sabe, tal vez gusten y puedas venderlas y te conviertas en un miniemprendendor. El pensamiento Do It Yourself, tan en boga estos días, representa la conciencia de que también podemos ser productores, de que no somos tan dependientes del dinero, y que con nuestro esfuerzo y dedicación somos capaces de hacernos nuestras propias cosas. Internet está lleno de foros y tutoriales sobre lo que uno quiera aprender.

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