Híper Consumismo

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Consumo, consumismo e híper consumismo

Cuando, allá por los años sesenta, un grupo de sociólogos progresistas comenzó a criticar el entonces incipiente consumismo colectivo con el término de “sociedad de consumo”, lo estaba haciendo de forma un tanto tosca. Confundir el consumo con el consumismo puede ser algo tan grave como confundir la calidad de vida con el nivel de vida. En efecto, el consumo no sólo es  algo deseable sino que además es algo indispensable.

La vida, la biosfera, los ecosistemas, las sociedades vegetales, las sociedades animales, tienen como fundamento el uso y consumo de materia y energía. Sin consumo no solo no hay calidad de vida, es que no hay vida. Por ejemplo actualmente los mejicanos tienen cada vez más restringido el consumo de maíz, que es la base casi única de su subsistencia, y por tanto, cada vez hay más porcentaje de muertes por hambruna. Y esto sucede debido al uso de este cereal para la producción de agro-combustible para el híper consumismo de combustible para los automóviles de sus vecinos del norte.

Podríamos definir como consumo, aquel consumo mínimo indispensable para mantener una calidad de vida aceptable, básicamente: alimentos sanos, salud, cultura, vivienda y los electrodomésticos más indispensables (nevera, lavadora, friega platos y poco más), el coche no debe de ser necesario si hay unos adecuados medios de transporte colectivos, incluidos los taxis, y se invita a las empresas a poner autobuses al servicio de los trabajadores.

Sería consumismo el consumo que deriva de una compulsión consumidora, o simplemente compradora, debida bien a una enfermedad congénita de adicción (gula, vanidad, drogadicción, cleptomanía, etc.) o por una enfermedad de compulsión consumista inducida (omnipresente en esta sociedad capitalista) por el marketing comercial, publicidad (basada en el tiempo imperativo de los verbos,…bebe, viste, viaja, se libre, etc.), moda, etc. Un exceso de consumo innecesario y que origina grandes beneficios monetarios a unos pocos, pero un gran perjuicio a la calidad de vida del consumidor: obesidad, sensación de constante insatisfacción en el consumo, estar continuamente endeudado, consumir mucho lo innecesario y carecer de lo necesario, etc.

Finalmente el híper consumismo puede verse como una enfermedad que no solo es inducida por el marketing, publicidad etc., sino forzosamente impuesta por los hipermercados. Por ejemplo, si quiero un solo yogurt, por no tener dinero para más, por no disponer en ese momento de nevera, por estar de paso en una ciudad, etc., tengo indispensablemente que comprar cuatro yogures, ya que es lo único que me ofrece en paquete unitario el híper-consumismo. En los bazares chinos también pasa lo mismo pero aún en mas variedad de casos, si quiero/necesito solo un sacapuntas, un borrador, un lápiz, tengo que comprar paquetes unitarios: con tres o a veces hasta 10 o más unidades envueltas en un paquete unitario. Otro ejemplo de híper consumismo impuesto es el de del “objeto-regalo” cuando uno compra un periódico; regalo consistente en multitud de suplementos que no te interesan y que te hacen perder el tiempo, y objetos mucho mas voluminosos y pesados que propio periódico (supuesto objeto de consumo cultural) y que luego se amontonan en la casa o, haciendo un esfuerzo anti síndrome de Diógenes, en la basura que cada vez es mucho más grande. ¡Pobres quiosqueros!, no les queda apenas espacio en su generalmente reducido local; era más sano vender la prensa pregonándola a voces por las calles como se hacia hace medio siglo.

Según se ha ido profundizando en la eficiencia del productivismo capitalista, en la demanda de puestos de traba­jo (sin la que debería ser consecuente reducción de la jornada laboral) y en el crecimiento de la población mundial, se han ido promoviendo, cada vez más intensamente, las manías consumistas, inducidas o directamente impuestas, para mantener los empleos, la jornada laboral, y sobre todo los cada vez mas cuantiosos beneficios monetarios. Manías inducidas o impuestas a través primero de los supermercados y luego por los hipermercados.

Las consecuencias de todo este consumismo e híper consumismo, a parte de la enfermedad de la insatisfacción y de degradación de la calidad de vida, son un destrozo generalizado de los recursos y ecosistemas, amén de una galopante contaminación del aire del agua y el suelo y un cambio climático catastrófico.

JULIO GARCÍA CAMARERO, Doctor en Geografía.

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