Benifaió recupera el cultivo de una cebolla autóctona con artes tradicionales y de forma ecológica

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Benifaió recupera el cultivo de una cebolla autóctona con artes tradicionales y de forma ecológica

Era la más extendida el siglo pasado pero cedió paso a los híbridos

Teresa Juan-Mompó, Alzira

La cebolla monquelina fina es la precursora de las cebollas babo­sas, dulces o blancas, las más pre­ciadas por los consumidores. Es algo más pequeña que éstas, pero «es más sabrosa, más dulce, menos fibrosa y muy ligera», explica Jo­sep Marco. Éste es uno de los cul­tivos protegidos por la organiza­ción internacional Slow Food, que cuenta en Benifaió con un im­portante campo de experiencias. El benifaionense Josep Marco es presidente de la delegación va­lenciana de esta organización que, entre sus prioridades, aboga por la recuperación de los culti­vos tradicionales.

Un agricultor de Benifaió, Mi­quel Calabuig i Bru, ha sido quien ha preservado las semillas de esta variedad de cebolla que, hace unos sesenta años, fue la base para la creación de los nu­merosos híbridos que ahora secomercializan. Él no ha sucumbi­do ante las ventajas de los híbri­dos —más calibre, más produc­ción, menos plagas…— y ha per­severado en su empeño por man­tener un cultivo que ya heredó de su padre. A su destreza como agricultor cabe agradecer que la semilla haya llegado pura hasta hoy: «Aunque sus campos están en Benifaió, las semillas las saca de una pequeña plantación que tiene en Barxeta, en secano», donde hace más frío y se reduce el riesgo de enfermedades, explica Marco. Una vez sale la flor, reco­lecta las semillas, las pica y las seca para guardarlas para el pró­ximo año. Estas semillas autóc­tonas son «más resistentes, tienen un buen rendimiento y se adaptan a su entorno», comenta.

Este año varios agricultores de Benifaió han seguido los pasos de Calabuig y, en total, han plantado dos hanegadas de cebolla mon­quelina fina, que cultivan si­guiendo técnicas tradicionales y de forma ecológica. Así, desbro­zan los campos a mano y utilizan algunas herramientas fabricadas a la antigua usanza para facilitar las labores agrícolas, así como úti­les ecológicas, como una peque­ña azada montada sobre una bi­cicleta. «Es muy fácil de hacer», añade Marco, aunque requieren algo más de trabajo porque estos productores rechazan los pro­ductos químicos en sus cultivos. También la granja agropecuaria La Peira alberga este cultivo.

Proyecto en cinco municipios

La recuperación de semillas autóctonas es otro de los proyec­tos que Slow Food y La Peira des­arrollan en común, como el plan ecológico integral de ganadería y agricultura que han puesto en marcha en colaboración con cin­co ayuntamientos. Como adelan­tó Levante-EMV, este plan pre­tende la recuperación de los cam­pos abandonados como produc­ciones ecológicas, así como ex­tender el consumo de estos pro­ductos y acercarlos a la ciudada­nía. El proyecto, que se desarro­lla en Benifaió, Alginet, Almussa­fes, Sollana y Silla, prevé también acciones formativas y la creación de huertos de autoconsumo.

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