PAC: el Parlamento Europeo ignora las peticiones de la sociedad civil
No llegan buenas noticias desde Bruselas. Ayer miércoles 13 de marzo de 2013, el Parlamento Europeo ha perdido una oportunidad única para posicionarse hacia una Política Agrícola Común (PAC) orientada hacia la sostenibilidad, que garantizara la producción de alimentos, la conservación del medio ambiente y el fomento del empleo rural, dando su voto final a una versión de la PAC que ha desatendido las demandas de la sociedad civil europea, que se habían articulado en la petición conjunta de más de 270 organizaciones.
La PAC es el sistema comunitario de subvenciones que se otorga a la producción agrícola en la Unión Europea, que ha regido durante los últimos 50 años el destino de los alimentos en Europa. La reforma que ayer se votaba ha sido objeto de encendidos debates, propuestas y movilizaciones debido al amplio calado y repercusión de lo que estaba por decidirse.
La sociedad civil pidió a sus representantes que votaran una reforma de la PAC que apoyara a los productores que contribuyen a mantener vivo el mundo rural y producen alimentos sanos para las personas y el medio ambiente. Sin embargo, el acuerdo final se ha quedado en un punto intermedio que no resuelve los problemas de fondo.
Carlo Petrini, presidente de Slow Food, comenta que “a pesar de que se ha rechazado el sistema de doble pago de subvenciones a un agricultor por una misma acción, los Eurodiputados no han votado a favor del interés público y una PAC auténticamente “verde”, sostenible y justa. No solo las propuesta “verdes” no han sido adoptadas, sino que algunas incluso han empeorado, como el sistema de rotación de cultivos. Además, el Parlamento no aceptó ninguna sugerencia propuesta por el Comité para el Desarrollo, en cuanto a regular el sistema de subsidios a las exportaciones o controlar el impacto de la PAC en las relaciones internacionales”
Una de las decisiones menos “verdes” ha sido la reducción de las áreas ecológicas del 7% propuesto por la Comisión a un 3% inicial, hasta alcanzar un 5% en 2016 y posibilidad bastante improbable de llegar a un 7% en 2018.
En una situación de mínimos logros, es de destacar que el Parlamento ha rechazado las propuestas de eliminar gran parte de la legislación ambiental y de salud, que los agricultores deben cumplir para poder recibir fondos públicos. Sin embargo, se ha modificado desfavorablemente la Directiva Marco del Agua.
Otra notable mejora es permitir a los gobiernos nacionales una distribución voluntaria de los subsidios directos ligeramente más equitativa, con un aumento de los subsidios para la primera hectárea (hasta 50), a expensas del resto de la superficie de las fincas más grandes.
Así las cosas, la decepción supera a la satisfacción porque después de 50 años con una Política Agrícola Común, la reforma no ha dado respuesta a los nuevos retos que se plantean en Europa, en cuanto al desarrollo sostenible y el cuidado del medio ambiente.
Escrito por: Irene Zibert Van-Gricken