Altea a ritmo del ´Slow food Km0´

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Apuesta por la vida de antes. Meses después de invitar a expertos del movimiento internacional que fomenta la gastronomía de antes, con sus tiempos y sus alimentos de temporada, Altea cuenta ya con un restaurante reconocido

RAQUEL LÓPEZ El movimiento «Slow Food Km0» surgido en Italia a final de los 80 para contrarrestar la proliferación de los establecimientos de comida rápida, hoy abanderado internacional del uso en la gastronomía de productos de temporada de cada lugar y de un estilo de vida sin estrés y en armonía con el entorno, tiene ya su representante oficial en Altea. Se trata de Elia Alber, precursora junto a su familia de un hotel donde las prisas y la producción industrial no tienen cabida, «La Serena», cuyo servicio de restauración ha logrado el reconociento «Slow Food Km0», que sólo tiene en la provincia otro local de Pinoso.
Ayer, la concejal de Turismo, Vigela Lloret, presentó a Alber felicitándola por lograr una catalogación que «pone en valor la identidad del pueblo al hacerlo con los productos de la tierra y el comercio de la zona».
La regidora, que fomentó hace tres meses el encuentro entre expertos de esta corriente «ecogastronómica» y productores, agricultores y empresarios del municipio, se congratuló de que el local alteano forme parte del colectivo internacional por mostrar que es posible apostar por un negocio diferente, que «te da una garantía de salud, porque conoces a quienes producen lo que tomas y que también fomenta unos valores, unas relaciones saludables entre las personas».
Por su parte, Eli Albert, explicó que su apuesta, independientemente de corrientes, es por «la tradición gastronómica de siempre», algo que «en los últimos años se ha difuminado por querer internacionalizarnos, empobreciendo la alimentación y haciéndonos perder valores, como esperar la llegada de una estación para degustar unas buenas cerezas, e incluso productos del lugar que dejan de cultivarse porque otros se ponen más de moda».
La restauradora explicó que su iniciativa empresarial parte de la premisa de que «siempre hay un tiempo para cada cosa», incluyendo compartir una comida y elaborarla con productos frescos que proporciona el lugar donde uno reside. En este sentido, apuntó a que cada vez es más valorada esa filosofía, y que de hecho muchos turistas que eligen Altea para sus descansos vacacionales lo hacen buscando precisamente esa otra oferta alojativa que fomenta la relajación, la armonía, y «en definitiva los momentos agradables».
Sobre los costes, económicos y de tiempo que implica mantener un comercio que compra al día lo que llevará en carta y que amasa incluso el pan que ofrece al cliente, afirmó que merece el esfuerzo, primero «porque no resulta mucho más caro que otro sistema, y das un valor a la gente que está día a día esforzándose, como son pequeños productores de aceite, bodegueros, agricultores, etc… quizá pase 14 horas trabajando, pero es rentable, primero porque a veces no nos damos cuenta de lo que nos hace felices, que en mi caso es esto, y segundo porque poco a poco, cuando algo es agradable, se van sumando más personas, y esto también es una forma de vida».

Fuente: Informacion.es

 

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