Slow Food y La Unió donan productos en peligro de extinción a la Casa Caridad
Valencia, 30 dic (EFE).- La Unió de Llauradors y la asociación Slow Food de Valencia han donado hoy a la Casa de la Caridad una serie de productos del campo valenciano que están «en peligro de extinción» y que ambas asociaciones se han propuesto recuperar.
El secretario general de La Unió, Ramón Mampel, ha explicado a EFE que esta donación tiene como objetivo «mostrar solidaridad con la gente que en estas fechas no puede acceder a cierto tipo de productos», pero también «dar valor a los alimentos donados y dignificar ese producto olvidado».
Entre esos alimentos «en vías de extinción», destaca el aceite de olivos milenarios del Maestrat, que en este caso ha sido donado por la Cooperativa Clot d’En Simó, o el membrillo de la Cartuja de Valdecristo en Altura (Castellón).
La Casa de la Caridad también repartirá corderos y quesos de leche de oveja de la raza autóctona guirra, manzana Esperiega del Rincón de la Biodiversidad de Castielfabib (Valencia), tomates Cuarentena de productores de Alginet y Benifaió (Valencia), pasas de Denia (Alicante) o turrón de cacahuete de productores de Almussafes (Valencia).
Estos productos se inscriben en la categoría de «Baluartes», proyectos a pequeña escala para el asesoramiento a grupos de productores artesanales, o en la categoría «Arca del Gusto», un proyecto que recupera y cataloga sabores olvidados y productos de excelencia en peligro de desaparición.
El dinamizador de Slow Food Valencia, Josep Marco, ha explicado que en la Comunitat Valenciana existen diecisiete productos catalogados por la asociación como alimentos «en peligro de extinción» y ha señalado que Slow Fodd y los agricultores «trabajan para rescatarlos del olvido».
En esta línea, los partidarios de este movimiento que apuesta por dar «la debida importancia al placer vinculado al alimento» decidieron realizar una campaña de Navidad en la que ayudar a la gente con menos recursos, pero también a los agricultores que trabajan por recuperar esos alimentos perdidos.
Mampel ha destacado que es necesario «dignificar» estos alimentos «autóctonos, diferenciados y representativos» del campo valenciano, así como reconocer la labor de los agricultores que mantienen estas tradiciones y las tierras de cultivo de la Comunitat Valenciana.
Por ello, el secretario general de La Unió ha apostado por «afianzar las relaciones» de la asociación de agricultores con el movimiento Slow Food, puesto que todos hablan «el mismo idioma», el de dar valor a la tradición agrícola valenciana.
En esta línea, destaca la representación valenciana en el Salón del Gusto de Turín (Italia), principal certamen del Slow Food al que los agricultores de la Comunitat llevarán su Baluarte, el aceite de olivos milenarios.
Bajo el lema «Bueno, limpio y justo», el movimiento Slow Food nació en Italia hace 24 años y cuenta en la actualidad con 100.000 socios alrededor del mundo, 120 en la ciudad de Valencia.
Entre sus proyectos en la Comunitat, Marco ha destacado el reparto de más de 10.000 semillas de tomate Cuarentena, o la próxima creación en 2011 de un gallinero popular, una «gran empresa donde las monedas de cambio serán el pienso para los animales y los huevos de las gallinas». EFE